EL CAMAROTE 58


EL CAMAROTE 58
Libros y Tebeos, Cine y Televisión, Juegos Virtualaes y de Sobremesa...
Ciencia-ficción, Fantasía y Terror, Historia y Misterio...

Programa nº 33, del 27 de julio de 2010...

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El fondo de armario de este programa eran las novedades literarias y cinematográficas, peeero, dada la intensidad y el encanto de las dos entrevistas principales, se ha quedado en eso: poco más que un eco desde el fondo de nuestro monumental armario.
El próximo día, si el atasco de correos virtuales pendientes -también monumental- nos lo permite, comentaremos novedades.
Voluntad no nos falta. El tiempo -¡Oh, implacable verdugo!- dispondrá, como siempre, a su antojo (¡rediez, que profundo ha quedado eso!).

En la primera parte del programa, charlamos con Sergi Viciana, amigo y, por lo tanto, miembro de El Camarote 58.
Sergi es, además de buen amigo, profesor de Historia y teórico de la literatura.
Hablamos de la revista «Catarsi», una de las más interesantes iniciativas españolas de los últimos años, dedicada a la promoción del relato corto de género fantástico. Editada en Cataluña y escrita en catalán, incluye tanto relatos escritos originalmente en esta lengua, como traducidos del castellano y lenguas extranjeras.
Sergi nos habla con detalle de las características y la línea editorial de «Catarsi», y también nos adentramos en el panorama del relato corto y la literatura fantástica en España.
La de cosas que Sergi tiene en la cabeza, y la potencialidad que encierran.
El género de ficción español tiene, con el concurso de Sergi Viciana, interesantes perspectivas. Hablar con él es -siempre- un placer y un privilegio.

Por cierto, que Susana Vallejo estaba por allí, calladita -¡que malvada ella!-, pese a lo cual fue descubierta por Sergi y tuvimos el gustazo de saludarla y recordarle que sabemos cómo localizarla (aquí iría bien una risa profunda, con eco cavernoso), y no podrá eludir nuestros inquisitivos micrófonos.
Susana es, por definición, un encanto de amiga y un lujo de autora. Punto.

He aquí la primera parte del programa:



En la segunda parte de El Camarote 58, charlamos con Nerea Marco.
Nerea, maña ella, inteligente y salerosa a más no poder; es redactora de la revista virtual «El Templo de las Mil Puertas», además de activa divulgadora de la literatura juvenil.
Primero transitamos por los amplios, por los mágicos salones del colosal templo, de la mano de Nerea -mano cálida y confiable donde las haya-, y después -que al marino le tira la mar y a la cabra el monte- nos explayamos nuevamente con las vivencias de la Semana Negra (y aquí, cada uno de los asistentes puede insertar su particular suspiro), intentando extraer -¡Oh, irracional empresa!- todo el meollo al evento.

Hela aquí, la segunda parte:


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Programa nº 32, del 20 de julio de 2010...


Piso superior de izquierda a derecha: Daqui (subdirector e irresponsable segundo), Alberto (amigo y seguidor del programa), Víctor (irresponsable técnico) y Eduardo (irresponsable tercero).
Entresuelo: Andrés Rodrigo (director y máximo irresponsable).
Nota: Blanca, amiga también y seguidora de este maravilloso programa -tímida ella-, empuña la cámara. Que lo sepáis.


El viernes día 16, atacado por la morriña de la Semana Negra, decidí charlar con Elia Barceló y con Susana Vallejo, para que me contasen cómo había ido la representación del «Don Mendo», y alguna que otra cosita que considerasen de interés.
Elia y Susana están hechas de la misma pasta: la de los ángeles; razón por la cual hablar con ellas siempre es un privilegio.
El resultado de nuestra breve conversación telefónica es el siguiente:




He aquí el Editorial del programa de ayer 20 de julio de 2010.
Se trata de una reflexión personal y sentida sobre la Semana Negra recién clausurada.
Es el mismo que podéis leer en la entrada del sábado 17 -justo debajo de la presente-, con el título: «Y lo que te rondaré, morena».




Y aquí tenéis las dos partes que componen el programa en sí.
Hablamos de la Semana Negra, ya digo, con profusión detallista aportada por nuestro director que, según parece y parece mucho, ha quedado prendado del evento.
El equipo enterito toma ya toma carrerilla, pensando en la edición de 2011, agradeciendo de todo corazón a los organizadores de la Semana Negra, las atenciones recibidas por nuestro apreciado... por nuestro idolatrado director, a quien Dios guarde muchos años en tan flamante lozanía (disculpen ustedes la cosa del peloteo, pero estamos negociando los nombres de los asistentes a la próxima Semana gijonesa).




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Y lo que te rondaré, morena...

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Lo cierto es que definir la Semana Negra no es fácil.
Para nadie, supongo, pero todavía es más difícil para un recién llegado, como es mi caso.

No, no malinterpreten ustedes mis palabras, que no se trata de que yo sea un neófito en la agrupación -no registrada- de los organizadores de eventos: ¡llevo cuatro convenciones, organizadas y dirigidas a las espaldas! Tres de ellas Hispacones, con clara vocación multitudinaria, allá en Burjassot. En Valencia.

Por cierto, que en este dos mil diez, otros se han embarcado en una nueva HispaCon en la misma villa. Estoy más que convencido de que todo lo que en su momento hicimos, les servirá de trampolín, y deseo que lleguen mucho más alto.

No obstante, no hay HispaCon que se asemeje, tanto en volumen como en contenidos, a la Semana Negra que he vivido. Estamos hablando de dos cosas, de dos eventos claramente diferentes en ambos sentidos; pero, además, estamos hablando de dos eventos muy diferentes en cuanto a su enfoque.

La Semana Negra es una fiesta de la cultura, una especie de colofón ininterrumpido que, durante casi diez días -estoy contando desde la llegada de los invitados a Gijón, y hasta la clausura al mediodía del domingo- lleva la difusión cultural casi hasta el límite de sus posibilidades.

Sinergia es, sin lugar a dudas, la palabra.

Son tantos, tan variados y tan suculentos los factores que se aúnan para sacar adelante la Semana de Gijón, que podrían pasar desapercibidos para quien no se detenga un instante a observar los detalles.

Destacaría yo, en primer lugar y a vista de pájaro, la sensación de apertura, de absoluta carencia de barreras, que lleva, tanto a los invitados como a la concurrencia doméstica, a sentir que todo aquel montaje es intemporal.
Gijón de tierra y de mar, abrazando la Semana Negra.
Las carpas arracimadas, que forjan y encauzan ideas (los autores y el debate), con el producto final (sus obras en las librerías) y con la vertiente lúdica; dan como resultado eso que Paco Taibo definió, en la entrevista previa que le hice en El Camarote 58, como: «un parque temático», en el que cultura y disfrute iban de la mano sin complejos.
Así nos lo definió en antena, y tal cual lo experimentamos mi esposa y yo sobre el terreno.

En segundo lugar, cabe destacar la variedad, la riqueza de sus contenidos y la extraordinaria posibilidad que nos ofrece a los autores, de compartir y elaborar. Traje mi libreta de notas repleta de instantáneas en forma de textos y dibujos, que podrían configurar una nueva incursión en el País de las Maravillas, mucho más allá de la imaginación de Burton e incluso de la del propio Carroll.
Yo puse la pluma, los lápices, y la Semana Negra el pulso, el latido rítmico. El cauce.

Son tantos los nombres, tantos los géneros, los esquemas, los estilos, las tendencias... que uno acaba por convencerse de que este es el único formato posible. El único razonable, para que el complejo, el delicado proceso de la creación intelectual, se desarrolle plenamente.

En tercer lugar, cito el factor a mi juicio decisivo para que tan descomunal sinergia se desarrolle y florezca: la organización.
Desde el mismo día en que llegamos a Madrid -un día antes por cierto, haciendo gala de mi habitual, reconocido y aclamado despiste-, tuvimos la sensación de que estábamos en buenas manos.

Citaré, por orden de aparición en nuestro particular viaje al País de las Maravillas, a Cristina Macía y al propio Paco Taibo II, resolviendo el quebranto de nuestra adelantada aparición en el hotel Chamartín; también a Marina Taibo, Marisa Cuyás, a Paloma...Me estoy dejando nombres importantes, y pido perdón por ello; pero la razón de tal omisión -involuntaria- tiene que ver con otro matiz relacionado con el factor humano de la organización: están, pero no te das ni cuenta de ello.
Sabes que, en todo momento, la organización tiene la sartén por el mango, pero te mueves con una libertad impropia de un evento de tales dimensiones. Toda esa gente eficiente y maravillosa está ahí; pero sólo eres consciente de su trabajo impecable.
Se trata de una cohorte de amables duendes que te acompañan, te asesoran, te presentan si se tercia; forman parte de un entorno amable, se convierten en tus amigos y disfrutan contigo, sin perder de vista una disciplina espartana sin la cual, sería imposible mantener en funcionamiento tan colosal maquinaria.

Mi incursión en la Semana Negra terminó, lamentablemente, el martes trece -fecha bien significativa en este caso-; pero nada podía desmerecer el estupendo sabor de boca que nos llevábamos.
Deseo saludar desde estas líneas a todos los amigos con los que me he reencontrado, y a las nuevas amistades que estos días mágicos me han regalado.

He abrazado nuevamente a mis queridísimos Joe y Gay Haldeman, a Juanmi Aguilera, a Elia Barceló y a Javi Negrete, a Rafa Marín y Susana Vallejo, a Eduardo Vaquerizo... He descubierto a Steve Redwood y a Sergi Viciana, a David Wellington; he pasado de contemplar a Larry Niven en viejas fotos de contraportada, como quien contempla a Cristo, a cantar en una karaoke con él... He estado de copas con Ian Watson...
Y todo eso en sólo cinco días. Si hubiésemos permanecido hasta el final: ¿habría podido conocer al mismísimo H. G. Wells? Porque, estoy convencido, los organizadores de la Semana Negra saben soslayar las imposiciones del continuo espacio-temporal.

¡Tiembla Einstein, la Semana de Gijón no está sujeta a la dictadura de la Relatividad!

¡La Semana Negra es, decidida y tajantemente, la repanocha!

El año próximo, estaré allí si razones de fuerza mayor -y tienen que ser muy, muy fuertes- no lo impiden. Estaré desde el principio y hasta el final.
Arrimaré el hombro en la medida de mis posibilidades, y me dejaré seducir por una magia que he intentado detallar -torpemente- en estas líneas.
Estaremos allí, mi señora y yo. Manuela y yo.

Porque este brebaje es terriblemente adictivo, de este sortilegio no hay conjuro que te libere... Ni puñetera falta que te hace.

Veintitrés años llevan en danza... ¡Y lo que te rondaré morena!

Hasta el año que viene.

 Andrés Rodrigo
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MEMORIAS DE LA SEMANA NEGRA 2010 (I)...


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Esto de la Semana Negra es un poco difícil de explicar. La cuestión es que, en realidad, son difíciles de explicar todas las cosas que se salen de lo común, que no se ajustan a ningún esquema.
 Y la Semana Negra no se parece a nada que haya visto antes. Desde luego, no se trata de que hayan inventado el modo de trascender la realidad; pero resulta que la verdadera magia no consiste en eso: la verdadera magia consiste en hacer que tengamos la sensación de haberla trascendido. Eso es lo que Paco Taibo y su extraordinario equipo consiguen a la perfección. Quién no ha asistido a una y mil mesas, conferencias, tertulias... Pues a pesar de la experiencia que hayamos podido acumular, nada nos puede preparar para la alquimia de la Semana de Gijón. Nada.

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MEMORIAS DE LA SEMANA NEGRA 2010_Primer cántico:

Mi mujer y yo llegamos a Madrid antes de tiempo.

Como quiera que soy un despiste reconocido y multi-galardonado, aparecimos ante la recepción del hotel Chamartín un día antes de lo previsto. Marisa Cuyás, jefa de prensa de la Semana se explicó bien -no me cabe duda-, pero yo puse miércoles donde debía poner jueves, que es lo mío.

El recepcionista puso cara de póquer, enarcando una ceja y alargando el morro, mientras un servidor clamaba internamente a San Judas.

En esto que aparecen Cristina y Paco -Taibo- al quite, como dos consumados espadas. Y resolvieron el problema en un plis-plas.

Al rato estábamos alojados y contentos, testigos de la eficiencia de los organizadores, capaz de pasar por encima de sujetos imprevisibles como el que teclea estas líneas.

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MEMORIAS DE LA SEMANA NEGRA 2010_Segundo cántico:

Jugaba ese día -esa tarde- España contra Alemania, en los mundiales de Suráfrica. Yo marché a dejar el coche, con el que habíamos viajado desde Valencia, en lugar seguro, y cuando regresé ya estaban liados con la segunda parte del partido.

La gente estaba sentada, atentos todos a los tipos del calzón corto, cuando mi mujer -la muy puñetera-, con una expresión de malicia en el rostro, me dice:

-¿Sabes quién este amigo? 

Un señor, que me daba la espalda, contemplaba el fútbol ajeno a nuestra conversación.
 Yo, también pendiente del televisor, le respondí un poco importunado:

-¿Quiéeen? ¿Quién es?

-La-rry-Ni-ven -repuso mi esposa con un sonsonete de rechifla, enfatizando cada sílaba.

El fútbol se detuvo en seco, mi expresión pasó de contrariado a bobo, miré las espaldas de Niven tragando saliba, y traté de ajustarme el nudo de la corbata que no llevaba... que jamás llevo.

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Aquella tarde la Selección Española envío a casita a la alemana, y Larry Niven y un servidor acabamos charlando, con Gay Haldeman como maravillosa interprete, sobre todo lo humano y buena parte de lo divino de la ciencia-ficción.
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MEMORIAS DE LA SEMANA NEGRA 2010_Tercer cántico:
El día siguiente, en compañía de Joe y Gay Haldeman, Larry Niven y David Wellington, lo dedicamos a pasear por Madrid y visitar el Museo del Prado.
David estaba muy interesado en la obra del Bosco y, ante sus tablas, analizó los detalles sumido en algo parecido a un arrebato místico.
Comimos en el restaurante del Museo, y después visitamos la exposición titulada «Turner y los Maestros», donde pudimos apreciar cuan perjudicado sale el pupilo de la comparación.
Por la tarde comenzó a chispear y, como quiera que unas horas después teníamos la presentación de la Semana en la Casa América, regresamos al hotel para descabezar un sueñecito.
Regalé a Joe, Larry y David los emblemáticos bolígrafos BIC de cuatro colores de El Camarote 58.
El boli de Larry, como contaré más adelante, desempeñó un papel protagonista en diversos actos de la Semana Negra.
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MEMORIAS DE LA SEMANA NEGRA_Cuarto cántico:
El jueves por la tarde todos a la Casa América.
La cosa iba -fue- de presentar a buena parte de los autores invitados: los que al día siguiente habríamos de tomar el Tren Negro caminito de Gijón.
Una vez en la Casa América, se hizo el corro de ritual y todos se identificaron, dando sentido al dicho aquel de «por sus obras les conoceréis»... Bueno, en realidad, más que presentarse exhibieron sus señas de identidad y sus puntos de vista, con un formato de tertulia que después proseguiría en las tardes de Gijón.
Aquella presentación fue brillantemente rematada con un refrigerio en el jardín de la Casa América.
Conocí y departí con Ian Watson, por cierto, además de reencontrarme con amigos como Javier Negrete.
Después, el grupo que ya íbamos consolidando, acabó en una hamburguesería para la cosa de afrontar la cena como Dios manda.
Un taxi nos devolvió al hotel Chamartín y no muy tarde, porque el día siguiente se preparaba madrugador y cargado de emociones.
Así es la Semana Negra y al día siguiente proseguiría.
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MEMORIAS DE LA SEMANA NEGRA_Quinto cántico:
El viernes despuntamos con el sol como quien dice. Con todo preparado desde la noche anterior, no fue muy difícil darse una ducha y bajar a desayunar cuando el comedor todavía no estaba abierto.
Un desayuno generoso para afrontar el día con buen ánimo, mientras se charlaba con éste y aquel sobre esto y aquello, para después salir escopetados a por las maletas y formar ante la puerta del hotel que enfrenta la estación de Chamartín.
Unas fotos ante el Tren Negro y... ¡al abordaje!
Elegimos el último vagón y el último vagón se convirtió en una fiesta. Lo fue durante todo el trayecto, sin asomo de desfallecimiento, y así nos fue reconocido incluso en el «A Quemarropa» de aquel día.
Durante el viaje se fueron sucediendo las entrevistas y tomas de contacto con diversos autores; pero nada pudo superar las improvisadas tertulias que tuvieron lugar en nuestro vagón, acondicionado a nuestro antojo -con baile de asientos incluido- ante la mirada divertida del personal de Renfe.
¡Qué viaje! La Semana Negra ya apuntaba maneras de «hogar» cultural en aquel vagón, sede de una improvisada convención de mentes inquietas.
No paramos hasta Mieres. Ni un puñetero segundo, palabrita del Niño Jesús.
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MEMORIAS DE LA SEMANA NEGRA 2010_Sexto cántico:
Lo de Mieres -como todo, que diablos- fue memorable.
Llegó el tren y fue recibido por la gaita y el tambor en todo su esplendor (evidente pareado ramplón carente de intencionalidad), mientras todos botábamos como críos en el recreo.
Ya habíamos hecho buena hambre, pardiez; y el estómago hablaba en gaélico, con lo que la gaita nos vino al pelo.
Y se montó el pasacalles: los de la gaita y el tambor abriendo la marcha, y las autoridades después. Poco duró la formación, porque las tripas vacías gritaron ¡rompan filas! y, adelantando a los representantes municipales y convencionales, llegamos a la cancha donde nos esperaba el ágape.
¡Y qué ágape, señoras y señores! Variado, suculento y abundante; bien regado y amable de trato. Se podría pedir más -que siempre se puede-, pero nadie lo daría.
Sin formalidades ni retóricas, que la hora era avanzada y no estaban los buches para nimiedades. Cómo de bien se lo montaron los de Mieres y, aunque breve, que buen sabor de boca nos dejaron. Tómese lo antedicho por donde se quiera.
Desandamos los pasos hasta la estación.
Nestro vagón, fiel como un buen perro, nos esperaba con la puerta abierta de par en par y nos dejamos engullir de muy buena gana.
Hala, a Gijón.
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MEMORIAS DE LA SEMANA NEGRA 2010_Séptimo cántico:
Terciada y bien la hora quinta de la tarde, expiró la caldera en la estación de cercanías de Gijón.
Todos los que allí estaban echarán a faltar la cita de un tumulto imprevisto, pero he decidido omitirlo porque nada tenía que ver con la Semana Negra, y nada sé con detalle de sus fundamentos. No están las cosas -económicamente hablando y en todo el suelo patrio- para echar cohetes. Pero ni soy el más indicado, ni lugar es este para tirar por esos andurriales.
De modo que recogimos los petates y bajamos dispuestos a ver lo que, a fuer de visto, los veteranos debían tener por trillado... ¡Quia! Ni los curtidos ni los bisoños pudieron evitar la piel de gallina, cuando la orquesta entonó apasionadamente el «Begin the beginning».
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MEMORIAS DE LA SEMANA NEGRA 2010_Octavo cántico:
Ovación cerrada para la orquesta gijonesa, y embarque en los autobuses con destino a los diferentes hoteles que se nos habían asignado.
En el hotel -majo el hotelito, por cierto, y cordial- abrimos las maletas y descansamos una hora, poco más o menos, tras lo cual vino de nuevo la guagua para llevarnos a una vieja estación, donde el Ayuntamiento de la Villa nos recibió formal y gastronómicamente hablando.
Otro espléndido tentempié para estirar la tarde, en dirección a la Semana que, a pie de playa, nos esperaba con brazos en jarras y cálida sonrisa.
Ese tiqui-taqua -tan de moda ahora, con la cosa de la Selección Española- entre la cultura y el bien comer, como pudimos comprobar en sucesivas jornadas, seña es de identidad de la Semana y el Gijón de tierra y mar, que nos recibió de mil amores.
Anduvimos de un lado para otro de aquella estación, hasta dar con un viejo tren de cercanías -madera y hierro nobles, a partes iguales-, que convertimos, acaso añorando el que nos había traído desde Madrid, en improvisado centro de operaciones y peregrinas disquisiciones.
Al cabo, y de nuevo en los autobuses, dimos con nuestros huesos, cansados pero bien dispuestos, en los terrenos de la Semana Negra: la ciudad de la cultura -estación y estacional- sobre la ciudad intemporal de cuyas aguas surge una noria.
«Ya estamos en casa -me dije-: y huele a debate, a salitre y papel, a sol y a fabes bien cocinadas»
Eso me dije y acerté.
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SEMANA NEGRA DE GIJÓN 2010: Resúmen de una ida memorable...

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David Wellington, Larry Niven, Gay Haldeman, Andrés Rodrigo y Joe Haldeman; ante la entrada del Museo del Prado. Día de asueto por Madrid.


Saliendo del hotel madrileño camino de la Casa América, donde se hizo la presentación de autores para la Semana Negra 2010.



Dos instantáneas de la presentación de autores para la Semana Negra 2010. Pues eso: se presentaron, hablaron de sus obras y, como cabía esperar, empezaron a argumentar sobre el arte de narrar, sobre los pros y contras de las diversas manifestaciones de los géneros representados en la Semana gijonesa...
El sabor a cosa mágica, nunca vista, empezó a calar en todos los presentes. Se trata de un embrujo especial del que, por muchos años que haya uno asistido al certamen, es imposible sustraerse.
Paco Taibo intentó encauzar la charla para después, sumergirse en ella, con la satisfacción de quien lidia en plaza propia, pintada de oreja a oreja.


Tras la apasionada y apasionante presentación, rotas ya las barreras y hechos una piña... Un refrigerio en el jardín -precioso por cierto- de la Casa América.


Andrés Rodrigo ha visto satisfecha con este viaje, una de sus ilusiones más grandes relacionada con su pasión por la ciencia-ficción: conocer a Larry Niven. Y en esta foto, helo con su amigo Larry Niven en el hotel de Madrid, poco antes de partir hacia Gijón en el Tren Negro.


Parte del grupo -autores y miembros acreditados de la prensa-, antes de subir al tren. En la estación de Chamartín.


En el Tren Negro. Reunión de viejos y nuevos amigos y descorche de la botella de las esencias del género. La primera parte del viaje -hasta Mieres- dándole un repaso a la literatura, al cine, a los tebeos y, en general, al Universo. Nada más y nada menos.
Camino de Mieres: charla y presetaciones, prestaciones y charla... Y un ambientazo de Dios Padre y Señor Nuestro. Inolvidable trayecto, locuras de niños grandes en plenitud y grandes perspectivas para los días venideros.



En Mieres, precedidos por el son de la gaita y el tambor, desfilamos por las calles, desde la estación, hasta el lugar donde fuimos agasajados con una comilona de las de agárrate que viene curva. Era ya la hora avanzada, y caímos sobre las viandas como un león sobre un antílope amodorrado: ¡Ñam! Todo estaba buenísimo.



A la llegada a Gijón, tal y como nos habían prometido, nos esperaba la orquesta municipal para deleitarnos -que no sólo de pan vive el hombre- con una magistral y evocadora interpretación del clásico "Begin the begining". Todos teníamos ya la sensación de volver a empezar, como si aquella hermosa ciudad -familiar al instante- ya nos hubiese acogido con anterioridad. ¿Quién sabe? La Semana Negra tiene esa virtud entre muchas otras: hacerte sentir comno en casa desde el primer instante.


Paco Taibo II, junto con representates municipales y autonómicos, presenta la Semana Negra 2010 en la antigua estación de Gijón. El certamen para vivir la cultura en fiesta -como lo describe Paco- está en marcha. Y tiene una pinta sencillamente insuperable.



Concluída al presentación del evento, nos fue ofrecido un ágape con las cinco letras bien, pero que muy bien puestas. Durante la ingesta que era sobre la marcha, un grupo de amigos nos apartamos hasta un viejo andén, en el que un antiguo tren de cercanías sirvió como decorado para algunas escenas que hubiesen hecho las delicias del mismísimo Buster Keaton.
Desde allí, parte en un encantador trenecito y parte en autobuses, fuimos a parar al recinto -enorme- de la Semana Negra. Unos traguitos en la Carpa del Encuentro, nuevamente, para entonar los gaznates y un solista -voz clavadita al Sabina de los tiempos de gloria- acompañado de su guitarra -que ya nos había regalado los oídos en el tren- para presentar el aterdecer.
La cena, un poco desperdigados, la hizo el grupo con el que nos hallábamos en aquel instante en el propio recinto. Y no estuvo nada mal.
Después al hotel, que el día había sido intenso, para escribir estas líneas y chafar la oreja. Mañana más... Y mejor, si cabe. Que cabrá.
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¡El Camarote 58 ya está en la Semana Negra de Gijón 2010!...

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Pues eso, amigos: ¡Ya estamos en Gijón y esta noche, si nos es posible, la primera crónica desde la Semana Negra 2010.
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