¡Zombis!
Muertos vivientes, momias putrefactas que andan torpemente, a trompicones. Ávidos de carne fresca (o congelada, pero, eso sí: en cantidad), con los brazos extendidos, emitiendo sonidos incoherentes, gorgoteos de una perpétua agonía... Apestando a carne podrida y con el cerebro reducido al tamaño de un pistacho (es decir, no muy diferentes, en este aspecto, de los no-zombis).
Bestial.
¡Zombis!
Infectados, poseídos por una saña asesina. Corren detrás de tí que se las pelan, dejando a su paso un chorro de baba espesa. Sueltan unos gañidos que te hielan la sangre en las venas. Un virus les ha dejado los órganos internos como pimientos morrones. Pretenden matar a todo aquel que se cruza en su camino, y pueden ser endemoniadamente astutos, los muy jodidos.
Terrible.
¡Zombis!
Clones genéticamente escoñados para convertirlos en correosos guerreros. Les ha salido el tiro por la culata a los cantamañanas de turno, y ahora el ganado está suelto por las calles, destrozando con sus propias garras a todo hijo de vecino; a diestro y siniestro, enemigos y amiguetes. Corran o vayan saltando a la pata coja, son inexorables y difíciles de matar. Comen lo que pillan y sin hacerle ascos, que para eso son boinas verdes.
Acojonante.
¡Zombis!
Apelotonados como ovejas ante las puertas acristaladas de un centro comercial. Víctimas de un conjuro temible, escrito en las citadas puertas con grandes letras de colores chillones: ¡Rebajas!.
Caminan con los brazos extendidos y moviendo los dedos -retorcidos como sarmientos- en dirección a sus presas, indefensas camisas, zapatillas con cabeza de perro, fajas de titanio, chalecos de colores insufribles... Ojos fuera de las órbitas y miradas asesinas a cuanto les rodea, incluídos los demás zombis. Alaridos, pequeños grupos que se arremolinan en torno a una víctima propiciatoria, enzarzándose en grescas perrunas.
Terrorífico... ¡Apocalíptico, oigan!
En fin, que el programa de hoy va, fue, irá de zombis. Échenle una oreja y pásenlo bien con nosotros. Repasamos títulos y autores, en una primera aproximación a este fenomenal fenómeno, aunque durante las próximas jornadas se iran sucediendo -atentos al blog- las charlas con amigos escritores, editores y reconocidos «zombílogos».
Por nuestra parte, cabe destacar la inquietante sensación de que -bromas aparte- en muchas ocasiones, los humanos nos comportamos como los monstruos de nuestras pesadillas.
Es, el de hoy, un programa de tono ligero; pero, como podrán ustedes comprobar, medio en broma, medio en serio, hemos abordado muchos aspectos de este ¿movimiento? ¿sub-género? literario.
Hemos de agradecer el apoyo de la EDITORIAL DOLMEN y, más concretamente de su director, Vicente García; del director editorial, Sandro Mena y del responsable de la Línea Z, Álvaro Fuentes.
Están llevando a cabo una tarea impresionante con la Línea Z, tanto en libros como en tebeos, y los títulos son, sin excepciones, muy interesantes.
Así que, comprueben los alrededores para que no les sorprendan los zombis (muertos vivientes, caminantes, infectados...), pasen y aseguren el pisito, registrando hasta la última habitación. Refuercen puertas y ventanas, amontonado muebles, apuntalándolas con palos de escoba... Acomódense en la estancia mejor defendible, denle caña al Internet y, con el volumen bajito -a los zombis les atrae el ruido-, dispónganse a disfrutar con sus amigos de El Camarote 58.
Primera parte:
Segunda parte:
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