EL CAMAROTE 58


EL CAMAROTE 58
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¡Existe, Perseo! ¡Existe! ¡Existe...!


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Perseo es, desde mi punto de vista, uno de los personajes más fascinantes de la mitología griega.

Su madre, Dánae, es el epítome de la tragedia. A ella se le ha negado el mundo, porque, según una profecía, de su unión con el mundo ha de nacer quien haga tambalearse el poder establecido.
Perseo nace, pese a todas las trabas de ese poder paternalista, y la profecía se cumple. Es el fiel retrato de aquel: «lo que haya de ser, será», demoledor, de la filosofía fatalista, que tan bien retrata Mankiewicz en los primeros minutos de «La condesa descalza».

Perseo es, por decirlo de algún modo y debido a esa profecía opresora, tan esclavo como su madre, y ésta promueve directa o indirectamente las aventuras de Perseo, enfrentándolo a esos poderes paternalistas, totalitarios, que nos ocultan el mundo o muestran lo que favorece sus intereses.

No sé hasta que punto consciente o inconscientemente, Montse de Paz Toldrá, ganadora del Premio Minotauro 2011, ha trazado en negro sobre blanco una conmovedora revisión de un tema recurrente en la literatura, sea o no de ficción: el mito de la ocultación planificada, de la realidad situada más allá de falsos decorados. Porque la «conspiración», como trama vital, es un mito y, a la vez, un presentimiento que nos lleva desasosegando desde hace miles de años.
Montse, en su obra «Ciudad sin estrellas», da otra vuelta de tuerca a ese «presentimiento», pero con una especial delicadeza. Partiendo de un aparentemente familiar panorama post-cataclísmico, la ganadora del último Minotauro, se enreda de un modo más que satisfactorio en una historia que cuestiona incluso las fuentes de las que, sin lugar a dudas, bebe.

Opresión, la obra devastadora del hombre, lo otrora conocido convertido en exótico y, por ende, en escenario bien propicio para la aventura y el redescubrimiento; la tecnología que envuelve el clasicismo de un relato ágil…

Felicidades, Montse, por una obra pulcra y directa, adulta y cargada a la vez de ese colesterol bueno que llamamos ingenuidad, y que nos permite intuir más allá de las limitaciones sensoriales. Una obra que, como un moderno ouroboros es, tanto en la página 7 como en la 251, comienzo y fin de muchas cosas apasionantes… inquietantes.

La realidad, sea cual sea, existe. Existe, y está siempre más allá de las apariencias.

Mis felicitaciones también a Minotauro que, nuevamente, ha dado en el clavo.

«Ciudad sin Estrellas»
Montse de Paz Toldrá
Premio Minotauro 2011
Editorial Planeta, S.A.
251 páginas
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