EL CAMAROTE 58


EL CAMAROTE 58
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Ciencia-ficción, Fantasía y Terror, Historia y Misterio...

La Dama y el Dragón

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Título: La Dama y el Dragón
Autora: Gema Bonnín
Edita: Destino (Planeta)
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Verán ustedes, es que dentro de cuatro días cumpliré cincuenta tacos. Y digo esto -no se asusten, que no estoy sufriendo una de esas supuestas crisis del envejecimiento-, no para que vayan preparando el regalo del cumple, sino porque, primero como aficionado al género fantástico de toda la vida -me resulta mucho más fácil enumerar lo que no he leído-, especialista después, miembro de base y cabeza de esta o aquella organización, organizador de convenciones -seis llevo ya en la chepa y no escarmiento-... En fin, que debería estar empezando a volver ya de todo y, en cierto modo, así es. Lo que ocurre es que, cuando uno conoce el paño y lo conoce bien, siempre está a la espera de esos destellos ocasionales que revelan el poder oculto de las letras fantásticas.
Leer teniendo la sensación de haber leído es la cruz de cualquier lector impenitente porque, en realidad, todo relato fantástico -en el sentido más clásico de la expresión- es fruto de la mezcla de unos ingredientes tan intemporales como insoslayables. Es la riqueza del bagaje de los autores, la forma en que combinan esos ingredientes y el punto de cocción que les dan en el caldero de sus buhardillas, lo que determina la aparición del citado «destello».
Tengo por costumbre no hacerme más enemigos que los estrictamente necesarios para darle sal al día a día; de modo que cuando una obra no me gusta no hablo de ella. No la reseño.
Sólo hago una excepción en esta norma: los autores noveles. Y cuando me las veo con una obra de este tipo, le dedico una especial atención porque, a fin de cuentas, estas jóvenes plumas son las varitas mágicas de las que, en el futuro, habrán de surgir esos destellos de grandeza con los que el género se reinventa muy de cuando en cuando.
Dirigirse a un autor o autora novel mediante un manojo de líneas es muy difícil. Es, además, injusto, porque lo que se pone en negro sobre blanco nunca recoge los picos y los valles del lenguaje hablado, ni ese otro lenguaje -el gestual- que aligera o remacha las palabras, según interese o proceda.
De modo que, siempre tiene uno la sensación de haberse dejado en el tintero el punto de cordialidad, de ecuanimidad, de firmeza, necesario según el momento.
Además, cada autor novel es un mundo en sí mismo -como todo hijo de vecino, por otra parte-: los hay de naturaleza abierta, conocedores de sus lógicas limitaciones, ansiosos de aprender y crecer como creadores; y los hay soberbios, pagados de sí mismos y convencidos de que el mundo de las letras estaba esperándoles como agua de mayo.
Y nunca sabes con cual de los dos tipos te la estás jugando.
Más aún„ los autores noveles -en eso tampoco se diferencian del común de los mortales- tienen papás, tíos, profes o conocidos resultones que, a buen seguro, ya les han pintado imágenes amorosamente distorsionadas, aceptables o acertadas de su obra. Todo esto juega a favor o en contra de uno, cuando se dispone a valorar cualquier novela pero, sobre todo, cualquier primera novela.
Cuando, además, los autores son jovencísimos... Que les voy a contar que ustedes no sepan o puedan imaginar.
Y tengo entre manos una de esas obras, la de Gema Bonnín, que reúne todas las particularidades antes citadas: primera novela, autora novel -muchos antes de su primer largo hicieron doscientos cortos- y muy joven.
Así pues, he decidido convertir esta reseña en una carta abierta.
Dicho y hecho:

Gema -espero que no te importe que te tutee- me ha gustado tu primera novela.
No voy a decirte que es una novela perfecta, porque, en primer lugar, sería falso; y en segundo, indeseable. Si «La Dama y el Dragón» fuese perfecta, sería tu primera y última novela creativa y honesta, porque tras la perfección sólo queda la cuesta abajo.
La perfección, Gema. no existe. Afortunadamente. Y los autores se apagan cuando creen haberla alcanzado. No te puedes hacer una idea de cuantos muertos vivientes siguen escribiendo pese a que no tienen ya nada que contar, y cuantos lectores consumen una y otra vez exactamente la misma novela con el título cambiado, dejándose llevar por la inercia de una rúbrica con fama, sea merecida o inmerecida.
Y eso, que es una verdad como un castillo en el terreno de las letras fantásticas internacionales, vale también para el mucho más reducido ámbito de las españolas.
Lo importante de tu obra, de tu primera novela, es todo lo que se insinúa tras lo legible, tras lo visible, sin desmerecer el modo en que has combinado los ingredientes, y el punto de cocción que les has dado.
Tus páginas lucen una ingenuidad que no faltará quien te aconseje que superes y que yo, personalmente, te recomiendo que atesores. Lo tuyo es la literatura juvenil, y la buena literatura para jóvenes es, en realidad, literatura para jóvenes de espíritu y, por lo tanto, no sólo apta sino aconsejable para todas las edades.
Hay una serie de principios, de valores que, por más que los bobos critiquen o desprecien, sostienen la ética y la épica desde que el mundo es mundo, y tú los percibes y retratas muy bien.
El Amor y su antítesis mueven el Universo. Lo mueven. Y lo afirmo desde mi triple condición de consumidor y autor del género y de científico.
Tu protagonista es un hermoso ejemplo de catarsis, de purificación a través de la magia y, a su alrededor, se mueve una comparsa muy convincente de secundarios que a veces la sustituyen en el corazón del relato, sin menoscabo de la intensidad ambiental.
Atención, consejo: antes de escribir tu próxima novela coge algunos clásicos de la épica -en los que todo gran autor a buscado inspiración-, y percibe su dramática e incesante danza de fatalidad, razón y libre albedrío. Los personajes no solo toman cuerpo inyectándoles datos biográficos o vivencias previas; se cargan de esencia, como si de electricidad se tratase, frotándolos enérgicamente contra las circunstancias que les envuelven. Así, un personaje puede, como en la vida real, comportarse de un modo inesperado, incluso yendo en contra de su naturaleza. No hay traición más dramática que la del amigo.
No caigas nunca en la tentación de hacer adultos a tus personajes desliendo, gratuitamente, el amor en sexo explícito porque cuando eso ocurre la obra se resiente y pierde trascendencia. Pierde magia. ¿Cuál es la diferencia entre El Señor de los Anillos y Canción de Hielo y Fuego? ¿Por qué la primera es un referente intemporal y la segunda, aún siendo apasionante, nunca lo será? Porque mientras que El Señor de los Anillos, está construida siguiendo los esquemas de los antiguos relatos épicos, Canción de Hielo y Fuego es una plasmación cruda y contemporánea, equidistante y demoledora del poder, en la que todas las perversiones encajan. La magia y la épica, en un entorno tan agrio, sólo pueden florecer marginalmente.
Y si llegases a optar por éste último camino, hazlo con todas las consecuencias, asumiendo la postura y la estructura, el contenido, el continente al que va dirigido y las obras junto a las que estará en los anaqueles.
Yo creo, Gema, que estas en el buen camino.
Pese a que tu mente se pueble de embriones que reclaman tiempo y papel, no dejes de leer. Lee, además de la épica clásica que ya te he recomendado, libros de historia -no novelas con ambientación histórica-, y plantéate escenarios en los que se mezclen formatos que, aparentemente, no tienen relación entre sí. La magia engendra magia.
Imagina tus escenarios desde el pie de las murallas o de las montañas, en contrapicado; para engrandecerlos y engrandecer las gestas de tus protagonistas. Es más, imagina siempre tus relatos como si fuesen una película -en realidad, lo son en tu interior-, y verás como los personajes te marcan el camino.
Diviértete imaginando, escribiendo. Se constante y voluntariosa, pero no consientas que fuercen plazos más allá de tu control, porque perderás las riendas de los acontecimientos y el interés.
En fin, decirte que has escrito una magnífica primera novela, que tus personajes y sus vivencias son creíbles y atrayentes. Una obra que se lee porque una voz llama desde el interior de sus páginas, y otra desde el interior, en ebullición, de la mente de su autora que, dando mucho -que lo ha dado- promete muchísimo más.
Recibe un cordial saludo. Aquí tienes un amigo.

Y ustedes, los lectores de este blog y seguidores de El Camarote 58, compren el libro y pregúntense mientras lo disfrutan, qué tienen Gema Bonnín y «La Dama y el Dragón» que algunas firmas famosas han perdido.
Gema Bonnín les va a hablar de fantasía, del amor sacudido por los embates de la fatalidad, les va a relatar una historia de odios enconados y transformaciones favorecidas por la magia del conocimiento, de la verdad. Gema les mostrará como los peores enemigos pueden acechar a nuestro alrededor, desde posiciones que nos inspiran confianza...
Gema, en resumidas cuentas, les desvelará la tesitura de una joven valerosa, obligada a tomar decisiones determinantes, que pueden trastocar todo su mundo.
Lean, lean y disfruten.

Andrés Rodrigo
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